Corría el año 2000. O más bien, el 2000 se arrastraba en una pata, como podía. Formalmente gobernaba la Alianza. Pero el menemismo estaba vivo. Agonizaba, pero estaba vivo. Los 90 se negaban a irse, y se defendían como una bestia herida y acorralada.
Esta vez es en serio
no estoy mintiendo
algo se prende fuego,
sé que muchas veces dije que el lobo venía
pero esta vez el lobo esta acá.
Ese año me había escapado de un trabajo en un diario tratando de evitar el despido que se olía en el aire. Pero siempre fui vago para correr, y el pie de otro patrón explotador me alcanzó en el medio del culo trabajando en otro diario.
Se prende fuego mi pelo, mi piano,
mis discos, la ropa y el perro;
puede ser que otra vez no sea cierto
pero siento como el fuego me quema por dentro.
Un amigo me había presentado el concepto de “patria coctelera”. Y como el tiempo sobraba como nunca, junto con otro amigo decidimos ponerlo en práctica. Decidimos arrancarle a mordiscones lo último que tenía para dar esa década: unos canapés de salmón y una copa de champagne. Ahí empezó un raid por cuanto evento con comida o regalos se dignara a abrirnos la puerta. Una de esas giras nos llevó hasta la fiesta de fin de año de Telecom (ese fue el último año de esos encuentros, al año siguiente decidieron ahorrarse ese dinero mal invertido en periodistas desagradecidos).
Esta vez es en serio…
Dame un balde de agua o de arena o pasame el matafuego,
que el incendio esta cerca y no voy a quemarme sin antes pelear.
A la salida, un tanto embebidos, nos fuimos bien acompañados por dos rubias de pelo terso: dos ejemplares de “la llama que llama”, que la empresa repartía a todos. Enfilamos para la casa de Ceci, un departamentito pequeño y mal iluminado de Villa Crespo. Ahí pasamos la tarde fumando unos chinos con distintos desocupados que se fueron acercando. Ahí tuve un desgraciado accidente. En una pitada, y por error, aspiré con tanta fuerza que una pequeña partícula incandescente fue directo a la garganta.
Fuego, fuego, fuego, fuego…
Estamos enfermos, fuego, fuego…
Estamos enfermos, fuego, fuego…
¡¡Me tragué una brasa!! Grité mientras una llama me consumía la lengua. Después de apagar el incendio con agua, los que estaban menos intoxicados lograron tranquilizarme. Hasta que volví a gritar. ¡¡Me tragué dos brasas!!
Fuego, fuego, fuego, fuego…
Estamos enfermos perdónennos, perdónennos
Estamos enfermos perdónennos, perdónennos
Aguifotos. Letra: Cristian Alvarez
martes, 25 de septiembre de 2007
Fuego
Publicado por Aguilucho en 0:10
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4 comentarios:
Un momento sublime, pero me lo perdí
Justo la vez que hablo de droga en este blog entra a leer mi madre.
Ay dios! por qué me hiciste judío!!
Seymouuuuuuuuuuuur
Es así señora, su hijo tiene problemas de drogas*.
Yo participaba de la patria coctelera sólo para cuidarlo. Y la vez de la brasa, todos estábamos allí para tratar de ayudarlo a salir de ese flagelo.
Jajajajaj, Dios, porqué me hiciste todos amigos judíos tan bocones.
*Los altos precios siempre fueron un problema para la cole.
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